lunes, 28 de diciembre de 2009

Atardecer.

¿Donde quedan esos atardeceres con el aroma de las olas?

Puede que en nuestra memoria. Tal vez en nuestros corazones.

Aquí, inmortalizado en una fotografía de este instante mágico.

Os insto a respirar un poco de esa paz salada que la brisa del mar nos acerca a nuestros corazones, como el leve aleteo de una gaviota, buscando el sol, esa resplandeciente estrella diurna que se esconde tímidamente al anochecer.
¡Qué ironía!

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